El Perfume de los Ojos

Las abejas no cesaban de perseguirlo intentando, al parecer, picarle los ojos. El enjambre volaba alrededor de sus párpados que, durante el ataque, él mantenía firmemente cerrados.
<<¡Estoy enfermo, mis ojos secretan una substancia que las atrae!>>, se dijo y fue a ver a un viejo oculista.
El sabio lo examinó con gran sorpresa.
<<¡En lugar de globos oculares tienes flores! ¡Son dos rosas blancas!>>
<<¿Entonces, las abejas no quieren enterrarme su aguijón?>>
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<<¿Hay un remedio para esto?>>
<<¿Cesa de creerte enfermo! ¡Ve a perfumar el mundo con tu mirada!>>.

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